MI MUNDO EN PALABRAS: SILLAS VACÍAS.

Si hay algo que ejerce un gran hechizo sobre mí, es un espacio vacío. En especial, las sillas vacías. Son mágicas. Cuentan historias, ¿no creen? La mayoría asocia la frase a temas políticos, al poder o a la falta de él. A otros le evoca la ausencia plena del adjetivo: que no contiene nada. A mí, todo lo contrario, que lo contiene todo.

Una silla es mucho más que un asiento. Miro esta foto e imagino a la pareja que se detuvo, se sentó y volteó a ver el río, escucho el silencio que los distanció y que sólo fue roto por el sonido del agua…, saludo al anciano que encendió un puro a esperar que pasara la tarde, el otoño, la vida, mientras esperaba su último viaje. Sonrío a la madre que aupó al crío y le ató los cordones antes de seguir el paseo en familia. Descanso junto al camarero que se tomó unos minutos para respirar antes de seguir la faena. Saboreo la primera escapada de dos adolescentes y su primer beso mojado. Me veo a mí, el pasado diciembre. También me senté allí, a orillas del Duretón, con una copa de vino, y aspiré su aroma hasta que se llenaron mis pulmones y la bebí despacito, el mismo tiempo que se tomó el sol en descender…

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