MI MUNDO EN PALABRAS. ALMUERZO CON MI VAMPIRO.

Almuerzo con mi vampiro. Hace unos días volví a Transilvania. Siempre vuelvo a la guarida del villano. Al mismo vampiro. A ese monstruo de patas peludas y apariencia ordinaria que esconde un oscuro secreto. Esto de la pandemia, me trajo nostalgias. Y regresé a las tarascadas que desde lejos parecían cosquillas. Me senté a la mesa con el depredador. Dicen que hasta hace poco era un humano inofensivo que se alimentaba de aceitunas. Para mí, siempre ha recurrido a la alegría como nutriente necesario para sobrevivir. Sigiloso vigila la presa esperando el momento indicado para atacar. ¿Uno, dos, tres gin tonics?, perdí la cuenta. Nunca he podido beber y contar. Decidí, incauta, levantarme y bailar y bailar. Bailé mi encierro recién abierto, bailé el virus que no muere ni nos mata, bailé el éxito de mi novela no festejado, bailé mi regusto caribeño con ajítití, bailé mi anticipada muerte ante sus fauces. Y mientras bailaba, él reposaba siniestramente en su silla afilando sus colmillos. Vigilaba atentamente aquel agujero en mi vestido, mi sonrisa abierta toda la tarde. Vigilaba mi risa, la ventana abierta para ingresar a mi casa. Mi risa, su peor enemigo. Y como siempre, me mordió. Con esa forma tan cobarde de morder.

Compartir: